Es urgente revisar el modelo para el sistema agroalimentario de Centroamérica

Colaboradores

El contexto

La vivencia de los días actuales nos plantea dos aspectos sobre los cuales hay alta incertidumbre, pero que en el fondo son determinantes de lo que se haga tan pronto esto termine: el primero es relacionado a cuan prolongado será el proceso de afectación como resultado del COVID-19 y por lo tanto en qué momento se iniciará la recuperación en todas sus dimensiones; y el segundo tiene que ver con cuan profundo será el daño en la población (salud, capacidad productiva, mortalidad, etc.) y cuáles serán las condiciones económicas; y por lo tanto con qué recursos humanos y económicos se va a contar para la reconstrucción.

Respecto a ellos, habrá diferencias entre países, dependiendo de las medidas que están tomando; asociadas más a la estrategia y la efectividad de su aplicación. Procede luego a que cada país defina cuál debe ser el camino a tomar para la reconstrucción y ello tiene que ver con el modelo de sociedad y de estructura económica que hay que construir.

Dado dicho contexto, estas notas tratan de presentar para discusión algunas ideas para considerar en el desarrollo de los sistemas agroalimentarios en Centroamérica; tomando en cuenta que proveer los alimentos necesarios y generar empleo en el medio rural, serán aspectos prioritarios.

Centroamérica y los asuntos globales

Los siguientes aspectos plantean elementos en el escenario que vincula lo global y lo regional, los cuales son relevantes para el futuro del sistema agroalimentario de Centroamérica.

  • La región es crecientemente dependiente de la importación extra regional de maíz, trigo, soya, arroz y lácteos; productos básicos de la alimentación. Ante una población Centroamericana con menos recursos, como resultado de la desaceleración económica, puede esperarse que la demanda regional por estos alimentos (y no tanto por otros con más valor agregado) va a crecer; siendo incierta la disponibilidad mundial.
  • La región es crecientemente exportadora de azúcar, bananos, piña y otras frutas, especialmente a Estados Unidos y Europa, dos de los mercados más seriamente afectados y que podrían prescindir de estos postres;
  • El comercio agroalimentario intrarregional representa, en promedio, el 35 por ciento del total del comercio agroalimentario de la región; y la diferencia es comercio agroalimentario con Estados Unidos, Europa y México y muy poco con otros países;
  • La región es altamente dependiente de energía fósil, teniendo ahora la oportunidad (por el momento al menos) de usar más petróleo (por ser más barato que antes) para producir en forma más mecanizada y usar más fertilizantes, a un costo menor; pero revirtiendo los magros avances hasta hora logrados en descarbonización;
  • La región tiene una población de 40 millones de habitantes, que a nivel hemisférico representa menos del 5 por ciento y a nivel mundial, alrededor del 6 por mil. Su importancia relativa en la economía y sociedad mundial es por lo tanto pequeña.
  • La región tiene abundantes recursos naturales (bosques, agua, biodiversidad, suelos) que representan un gran potencial, pero que, hasta ahora, en gran medida, han sido desperdiciados y algunos, indefectiblemente destruidos; amen de haber aumentado con ello la vulnerabilidad climática.

Sin perjuicio de admitir que en estas notas el énfasis esté puesto en Centroamérica, es obvio que los vínculos globales definen el entorno en el que se desempeñarán esta región y otras. El COVID-19 ha mostrado que la globalización tiene hoy más sentido que nunca: mas información (veraz y no veraz); más medios para comunicarse; y la posibilidad de ser infestado porque el mal no respeta fronteras artificiales. Ha puesto también en el tapete la menor confiabilidad en el comercio de mercancías, especialmente bienes alimentarios y su transporte internacional. ¿Será entonces que, a la luz de estos mensajes, cada país requiere depender más de sí mismo; sin volver al proteccionismo?

Respondiendo a esta pregunta, es bastante claro que Centroamérica debe mirarse más a si misma; no para aislarse, pero si para reposicionarse en el contexto global. Debe verse como un espacio territorial y una sociedad un tanto afortunada por los recursos que tiene y no valora. Debe afrontar la necesidad de superar viejos problemas en el marco de nuevos desafíos.

El camino para los sistemas agroalimentarios en Centroamérica

El énfasis en sistemas agroalimentarios más que en agricultura, es porque la visión tradicional de agricultura y otros eslabones en la cadena, dejó de ser, a mi juicio, el tema central. Esto porque las tales cadenas agroalimentarias han sido capturadas por pocas empresas que controlan los medios de producción y las redes de exportación e importación y de distribución a los consumidores, dejando poco, y cada vez menos, a los productores. Sostener la agricultura de pequeña y mediana escala bajo este sistema, no es posible.

El primer paso en este nuevo camino, es establecer un sistema agroalimentario en el que se   tenga como derrotero un modelo ganar-ganar; el cual ayude a superar pronto la pobreza y el hambre persistente en el medio rural y que al mismo tiempo aporte alimentos a los mercados urbanos de la región. Los territorios rurales deben hacerse más visibles en el modelo.

La ventaja comparativa debe ser reconsiderada para reconquistar el mercado regional que deje de depender de productos básicos como hasta ahora. Y desde el lado de las exportaciones, no depender en forma absoluta de mercados que han entrado en franco deterioro, como son el de Estados Unidos y el de Europa. En ellos está disminuyendo, y disminuirá más, la demanda por lo que Centroamérica les exporta: frutas y café; este último mejor, pero más caro que el de Vietnam y de Brasil. En resumen, en el contexto del nuevo escenario, se debe reconsiderar el modelo importador-exportador de los últimos treinta años; que en menos de noventa días ha sido fuertemente sacudido; y valorar mucho más el mercado regional.

Ojo, que no veo una región cerrada, sino mucho más abierta a la tecnología para producir mejor en la agricultura, aprovechando mucho más los recursos naturales y creando valor agregado. Una región en la que la maquinaria, los equipos de riego, las medicinas y vacunas para el ganado y los insumos agrícolas, no cuesten en Centroamérica el triple que en los países donde se fabrican. Una región capaz de aprovechar más los avances científicos y tecnológicos en agricultura de precisión, riego tecnificado, energías renovables, permacultura, biotecnología, bioeconomía, etc.

La visión Centroamericana

Esta es una región que es vista por algunos como un mercado común; pero no se ha podido lograr, a pesar de los acuerdos políticos y comerciales, que sea vista como un espacio continuo y una sociedad con objetivos comunes. Otros, los pesimistas, la ven como un espacio en el que hay grandes diferencias sociales y políticas y en el que existe el falso nacionalismo que imposibilita la visión y la acción integrada.

El segundo aporte en estas notas es contribuir a reconstruir la visión Centroamericana.  Esta pequeña región de seis países es menor en territorio que Colombia, Perú o Venezuela; y en población, es la cuarta parte de México.

Lo brevemente expuesto para justificar un modelo renovado en el sistema agroalimentario, se sustenta en lo que la región tiene, y esto incluye: alta conectividad vial, que puede servir mejor para el comercio intrarregional de productos agroalimentarios, pero hay que modernizar las aduanas; un sistema financiero que asegura la movilidad de capital para inversiones que generen productos y servicios para el mercado centroamericano; gente que genera sus ingresos en el medio rural, especialmente en la agricultura; zonas productivas fuertemente vinculadas a espacios urbanos; y un mercado regional inmediato en seis ciudades capitales y cincuenta ciudades intermedias, el cual hay que reconquistar.

Lo que la región requiere es reconocer que el escenario llama por cambios sustanciales. Por ejemplo, que las grandes empresas transnacionales en la agricultura generaron empleo de baja calidad, se sirvieron de las prebendas que se les otorgó para invertir, acumularon ingresos y repatriaron poco de ellos; y que ese sistema aporta poco al desarrollo. Es necesario fortalecer el tejido empresarial conformado por pequeñas y medianas empresas a nivel de los territorios rurales y adecuadamente encadenada a los mercados.  Es fundamental ver la agricultura como una oportunidad y como una salida a esta difícil situación; porque no hay muchas otras opciones,

A partir de esos reconocimientos, la región debe tener una visión compartida sobre el modelo de desarrollo para este pequeño territorio. Ello demanda salir de la rivalidad y demostrar voluntad política para ver juntos hacia adelante y modernizar las instituciones regionales que han visto pasar la historia y que deben valorar mucho mejor la agricultura, el medio rural y los recursos naturales y que deben reinventarse para responder a un nuevo modelo de desarrollo.

Todo lo anterior implica un cambio general de actitud que se refleje en valorar más a la gente, aceptar sus diferencias, aprovechar sus capacidades, y construir sobre la riqueza de sus culturas. Centroamérica puede recuperarse pronto y ser mejor que hasta ahora; pero para ello la dirigencia política, a la par del sector empresarial y las organizaciones sociales, tienen que cambiar ©.

 

Carlos Pomareda, es consultor internacional, Doctor en Economía Agrícola. Cpomareda6@gmail.com, y escribe desde Guanacaste, Costa Rica

 

Nota: Las opiniones expresadas en este Blog son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la opinión del IICA.

Comentarios del blog

Hernando Riveros
Sáb, 18/04/2020 - 20:45

Carlos, gracias por compartir tu mirada sobre el sistema agroalimentario centroamericano y sus perspectivas a partir de las oportunidades derivadas del desafío de la activación económica post-COVID 19. ¿Conoces algo sobre el sub-sistema agricultura - turismo en la región? La predecible caída en la demanda de frutas, hortalizas, lácteos, carnes, productos pesqueros, etc. por parte de los hoteles, restaurantes y otros establecimientos vinculados con el turismo, ¿generará pérdidas importantes de ingresos y mercados a pequeños y medianos productores de la región y a territorios específicos dentro de algunos países? ¿que tan factible consideras la re-orientación de esa oferta a otros mercados?