La pandemia del COVID-19 irrumpe en el comercio internacional de América Latina acelerando las tendencias que ya se venían avizorando. Según últimos datos del BID la contracción del comercio en 2019 para la región fue de 2,4% por la caída de los precios en los commoditties y el estancamiento de los volúmenes exportados. Por lo cual la pandemia, los cierres generalizados y las medidas de distanciamiento son catalizadores de un fenómeno de lento dinamismo económico global que ya estaba en marcha.
Si bien la dinámica activa del fenómeno epidemiológico hace imposible dimensionar el impacto cuantitativo de la pandemia sobre el comercio global y regional al día de hoy, los diferentes organismos internacionales han presentado distintos escenarios para el corto y el largo plazo. Según la OMC, el desplome del comercio en el 2020 sería de entre el 13% y el 32%. La OCDE (bajar el archivo) proyecta en un escenario base una caída del comercio global de 1%, mientras que en un escenario pesimista esta caída sería del 3,75%. Según la CEPAL (bajar el archivo) la caída en el comercio de América Latina será de por lo menos el 10,7% en 2020. Habrá que ver el desarrollo próximo de la pandemia y la capacidad y la eficacia de las medidas para aplanar la curva y la propagación de los contagios para poder concluir si estamos frente a una curva del tipo V o del tipo U o L teniendo en cuenta las asimetrías entre países desarrollados y en desarrollo (ver más sobre curvas de impactos tipo V, U o L).
Lo que sí podemos concluir para la región es la combinación de un shock de demanda por la reducción de los volúmenes de exportación de socios tradicionales afectados por la pandemia con el objetivo de lograr el abastecimiento interno o la necesidad de diversificar las fuentes de abastecimiento seguras, junto a un shock de oferta por la interrupción de las cadenas de suministros, el aumento de los costos, más controles fronterizos y nuevos requerimientos sanitarios para mantener el acceso al mercado. Se adiciona a esto el shock por la caída de los precios de los commoditties.
Actualmente no se avizora una firme decisión de encontrar una solución cooperativa con coordinación de políticas a nivel global o regional sino un cierre de fronteras para alcanzar un aislamiento territorial frente a un virus “que viene desde afuera”. Caemos así en una solución simplista de empobrecimiento del vecino donde prima un fuerte repliegue del multilateralismo y un mayor proteccionismo comercial que da como resultado un comercio internacional administrado en su máxima expresión. Estamos frente al dilema del prisionero a nivel global, donde los países no cooperan entre sí incluso cuando ello conspira contra su propio interés.
Analizando particularmente el comercio de alimentos, si bien su producción y comercialización ha quedado siempre dentro de las clasificaciones de sectores esenciales dentro de las medidas de cuarentena implementados a nivel global, se ve envuelto en dilemas de sanidad, inocuidad, zoonosis y seguridad sanitaria a nivel logístico, que afectan su normal funcionamiento. No sólo se debe amparar como esencial la producción sino también la cadena de suministro. Son pocas las medidas adoptadas por los gobiernos para mantener a salvo el comercio internacional y preservar la capacidad exportadora de alimentos.
Por ello, en primer lugar, es necesario identificar los cuellos de botella de toda la cadena alimenticia afectada por la temporalidad de las restricciones actuales, ya sea por el lado de las importaciones de insumos, así como del abastecimiento normal a góndola o puerto. Por ejemplo, las cuarentenas que rigen para las tripulaciones de buques de 15 hasta 30 días corridos en ciertos puertos regionales han resultado en un gran stress operativo y financiero para los exportadores. Del mismo modo, las normativas de aislamiento de la población implementadas por gobiernos locales en muchos casos no han excluido al transporte de carga. Es menester mantener la circulación de alimentos libre de restricciones. ALC no tiene las capacidades productivas suficientes para enfrentar un corte generalizado de las cadenas de valor.
En segundo lugar, deberán observarse los problemas de liquidez financiera que tengan los productores por la caída de las ventas, la variación de los precios, como así también por la interrupción de los pagos.
Y, en tercer lugar, para América Latina es primordial mantener un comercio de alimentos vivo y fluido ya que no existe otra alternativa, desde el punto de vista productivo, comercial y fiscal, que desarrollar una política agroexportadora agresiva. Para ello es necesario ser propositivos con medidas innovadoras en el corto plazo para no ser descolgados de los mercados internacionales. Es aquí donde se abre una doble estrategia simbiótica:
- desarrollar una política regional de bilateralismo que nos sitúe como socios confiables a escala global, y
- mantener protocolos sanitarios actualizados al desarrollo del fenómeno epidemiológico en curso y futuro.
En este último punto es necesario posicionar a la región como proveedor de alimentos “SEGUROS” que tengan la aceptación de los canales de comercialización y en primerísima instancia de los consumidores finales, quienes afectados por la pandemia van a demandar una mayor trazabilidad sanitaria de los alimentos. Debemos ser capaces de ofertar alimentos sanitariamente confiables demostrándolo de manera objetiva y salir rápidamente a comunicarlo al mundo. Para ello no sólo hay que trabajar con los organismos sanitarios a nivel nacional, que tienen actualmente protocolos vigentes, y fortalecer su implementación y reconocimiento bilateral, sino también con las certificaciones de estándares no vinculantes que ya se encuentran implementados por el sector privado, y sumar a ello, la implementación de estándares sanitarios con los operadores logísticos de la cadena. No sólo se debe producir libre de virus sino también asegurar una distribución con cero riesgos de transmisión.
“No sólo se debe producir libre de virus sino también asegurar una distribución con cero riesgos de transmisión.”
La pandemia del COVID-19 presenta un desafío histórico para la región, donde si bien el cuidado de la salud debe ser el objetivo primario de toda medida público – privada, la coordinación de todas las acciones debe tener también en consideración devolver la estabilidad y previsibilidad a las condiciones normales de comercio. Esta será una de las claves para minimizar los costos y retomar el camino hacia el crecimiento.
Mg. Sabine Papendieck es consultora en acceso a mercados ESTRATECO – Argentina.
Nota: Las opiniones expresadas en este Blog son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la opinión del IICA.
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