Respuestas al covid-19 en América Latina y coordinación regional

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En América Latina, al igual que en el resto del mundo, el combate contra el COVID-19 ha permitido un resurgir de lo público y un nuevo fortalecimiento del Estado. Simultáneamente, se ha impuesto la idea del sálvese quien pueda como el mejor camino para solucionar las cosas. Gracias entonces a la expansión del COVID-19 hemos podido ver importantes rebrotes del nacionalismo que han dificultado en algunos casos, o abiertamente impedido en otros, soluciones concertadas y coordinadas de alcance regional. Esto ha ocurrido en la Unión Europea (UE) y también en América Latina. Pero mientras los europeos modificaron rápidamente buena parte de sus perniciosas conductas iniciales, para los latinoamericanos todo ha sido mucho más complicado.

“el combate contra el COVID-19 ha permitido un resurgir de lo público y un nuevo fortalecimiento del Estado”

El punto de partida lo podríamos situar en el estado que atraviesan las distintas instancias de integración regional, que en América Latina transcurre por una fase de profunda crisis. De las tres instituciones más emblemáticas surgidas en la primera década del siglo XXI dos de ellas están prácticamente paralizadas (UNASUR y el ALBA) y la tercera (CELAC) está intentando ser rescatada por la presidencia pro tempore mexicana. Un esfuerzo hasta ahora más caracterizado por las buenas intenciones que por resultados concretos. A nadie se le escapa que la fragmentación de la región provocada por la crisis venezolana está en el origen de estos procesos, pero también que el fracaso de la integración regional tiene raíces más profundas. Precisamente, el éxodo de venezolanos que abandonó su país para desparramarse en buena medida por el continente ha dejado en evidencia esta falta de diálogo.

“el fracaso de la integración regional tiene raíces más profundas”

Son esas causas más profundas las que están obstaculizando una mayor concertación o cooperación intergubernamental en todo lo relativo a la lucha contra la pandemia, tanto desde la perspectiva sanitaria como a la hora de encarar la imprescindible reconstrucción económica. Se suele decir que el coronavirus nos ha situado frente a situaciones excepcionales que requieren soluciones excepcionales, como un nuevo Plan Marshall impulsado por la OCDE. Sin embargo, esas respuestas de momento no están llegando, y mucho menos a América Latina. Es verdad las medidas requeridas no están llegando desde fuera, o las que lo están haciendo, gracias al esfuerzo de instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la CAF – Banco Latinoamericano de Desarrollo - son escasas. Sin embargo, lo peor y más preocupante es que estas tampoco llegan desde dentro de la propia región.

“el coronavirus nos ha situado frente a situaciones excepcionales que requieren soluciones excepcionales, como un nuevo Plan Marshall impulsado por la OCDE”

Paradójicamente la Organización Panamericana de la Salud (OPS) fue creada en 1902, mucho antes que la Organización Mundial de la Salud (OMS) (1948), su actual referente. Lamentablemente los años de pujanza del panamericanismo que llevaron al fortalecimiento de importantes instituciones de ámbito hemisférico, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), también han pasado y es difícil que vuelvan en el corto o el medio plazo dados los ataques constantes que sufre el multilateralismo, muchos de ellos provenientes de la Administración Trump y de la política del “America first” sobre cualquier otra consideración.

“la fragmentación existente en América Latina, a la que se une una mayor heterogeneidad entre los gobiernos, mucho mayor que en otras épocas pasadas, lo que complica las cosas”

Como decía más arriba, la fragmentación existente en América Latina, a la que se une una mayor heterogeneidad entre los gobiernos, mucho mayor que en otras épocas pasadas, lo que complica las cosas. Hoy, por primera vez desde los tiempos de las transiciones a la democracia hay un país con un gobierno de extrema derecha, y simultáneamente tenemos populismos de izquierda y de derecha, todo lo cual dificulta enormemente el diálogo intergubernamental marcado por un profundo ruido.

“cuánto mejor serían las cosas si las medidas se tomaran de forma concertada”

 

Ahora bien, pese a la heterogeneidad dominante, las diferencias entre los gobiernos y entre las políticas públicas que impulsan, salvando algunas notable excepciones, no son tan profundas. Así, por ejemplo, a la hora de imponer medidas de contención del virus, como cuarentenas, estados de alarma o excepción, cierres de fronteras y otras, como ocurrió en las primeras semanas de marzo pasado, hubo una cierta convergencia entre la mayoría de los países, salvo Nicaragua, el caso más extremo, Brasil y México. Pero lo mismo volvió a ocurrir más recientemente cuando tras las primeras señales de relajamiento de estas medidas de contención se vio una nueva escalada de las cifras de contagiados y muertos. Entonces, las respuestas ensayadas fueron igualmente en la misma dirección. Habría que pensar, al menos por un momento, cuánto mejor serían las cosas si todo esto se hiciera de forma concertada.

Una mayor coordinación entre los países de la región hubiera permitido no solo poner en común experiencias y buenas prácticas en el manejo de la crisis sanitaria, sino también el intercambio de especialistas, las compras conjuntas de material y otros insumos sanitarios o la organización de vuelos compartidos para repatriar nacionales desde terceros países. Es verdad que ha habido algunas iniciativas, pero todas ellas han sido muy tímidas o han tenido resultados muy limitados. Se trata de un camino que debe seguir siendo recorrido pese a las dificultades iniciales.

 “de esta crisis salimos todos los europeos juntos o no sale nadie”

        Josep Borrell  

Como dijo Josep Borrell, el Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad: “de esta crisis salimos todos los europeos juntos o no sale nadie”. Estas palabras deberían ser trasladadas con urgencia a la realidad latinoamericana, pero lamentablemente, hoy por hoy, América Latina no tiene ningún líder que le escriba con una perspectiva regional. Se trata de una verdadera complicación para el futuro inmediato que requerirá de una mayor concertación entre los gobiernos, tanto para acceder a los recursos provenientes de los organismos financieros multilaterales, probablemente limitados, disponibles para los países en vías en desarrollo, como para enfrentarse a un mundo dominado por la pugna creciente entre China y Estados Unidos.  


* Carlos MALAMUD es catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) e Investigador principal de América Latina del Real Instituto Elcano

Nota: Las opiniones expresadas en este Blog son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la opinión del IICA.

 

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