La vuelta a la normalidad ¿mantener la vulnerabilidad de lo esencial?

Colaboradores
Circuitos cortos Daniel
Ferias vecinales en Montevideo Uruguay - Circuitos cortos por Daniel Rodriguez (IICA)

 “No deberíamos, después de cuarentenas de más de 100 días, y de todo el proceso de recuperación y reactivación, tener por meta volver a la normalidad precaria por inequitativa y excluyente”

La calificación de esencial que la mayoría de los gobiernos en el mundo le dieron a la producción, la disponibilidad y el acceso a los alimentos en el contexto de la pandemia ocasionada por el COVID 19, da la posibilidad de plantear distintas interpretaciones y a visibilizar contradicciones que normalmente acompañan el desarrollo de las sociedades. 

Si lo esencial corresponde a lo relativo a la esencia, como lo describe el Diccionario de la Lengua Española; a lo que no necesita explicación, sino que se percibe y es invisible a los ojos, si tomamos como referencia a Antoine de Saint-Exupéry en El Principito, estamos frente algo que está entre la filosofía y la poesía.

Si a aquello le incorporamos un lente de funcionalidad, observamos que también es algo necesario, sin lo cual se generan retrocesos, disfuncionalidades y paralizaciones. Y algo que resulta absolutamente primordial: se puede perder. La noción de “riesgo de pérdida” contribuye a definir lo esencial.

En general, con algunas de esas conceptualizaciones, los gobiernos definieron como esenciales las actividades, productos y servicios relacionados con la alimentación, la salud, la comunicación y la banca, entre los principales. Durante el proceso al que nos hemos visto abocados, también resultó que era igualmente esencial la vivienda digna y el agua potable. 

¿Y qué pasaba con los mercados? Desde esa perspectiva no hay diferencia entre lo básico y lo lujoso, todas son necesidades de los consumidores o clientes o usuarios o beneficiarios; no hay gastos improductivos. Aceptar la diferencia entre lo esencial y lo no esencial, parece violar algunos principios de la teoría de mercados; además, es el gobierno el que define, con algo más cercano a la ética, cuáles son los criterios para colocar una línea divisoria entre lo uno y lo otro. 

Lo real que a lo largo de la etapa o las etapas, dolorosas y tortuosas, de la contención de la pandemia se han evitado millones de contagios y muertos, se han legitimado los gobiernos -con cambios a lo largo de los meses-, se ha revalorizado el papel del Estado, y se ha generado una recesión autoinducida, que dependiendo de quien la analice, se reflejará, usando como referencia el predominante PBI, en una caída porcentual dentro de un amplio margen de cifras, que tienen en común que están compuestas por dos dígitos. Para poner en cierta perspectiva esa medición, sería bueno conocer un estimativo sobre el costo que se ahorraron los Estados con la ralentización de la morbilidad y la mortalidad de las personas.

Ahora los análisis y los planteamientos tienen varios frentes: las desalentadoras noticias de rebrotes, antes de lo esperado; una combinación de acciones de contención, con las de reactivación y proyección; una incertidumbre sobre el post-Covid y si lo que debemos esperar es una vuelta a la normalidad, una nueva normalidad, una nueva realidad, y si esto se desarrollará bajo el modelo de desarrollo previo a la pandemia, o si se requiere transitar hacia un recambio en la estructura energética, en el uso de los recursos naturales, una recuperación sostenible considerando los límites de la biosfera, con muchos elementos de los que ya estaban en los acuerdos globales para atender el cambio climático.

“Volver a la realidad de antes de la pandemia no puede ser lo esperable, ni lo deseable como faro que oriente la vuelta a la normalidad”

Si nos detenemos a pensar la “línea de base” previa a la pandemia en América Latina, tenemos que recordar las masivas movilizaciones ciudadanas que se presentaban en una buena cantidad de ciudades y países, protestando contra la inequidad, la exclusión, la pobreza, el desempleo, la deforestación, las sequías y escasez de agua, la pérdida de la biodiversidad, la corrupción, por no citar sino algunas causas. Volver a la realidad de antes de la pandemia no puede ser lo esperable, ni lo deseable como faro que oriente la vuelta a la normalidad. Tampoco parece suficiente una nueva normalidad. Se requiere una normalidad que coloque a lo esencial en su sitio de privilegio, sin necesidad de que para ello tenga que acudirse a medidas de excepción, o a estados de emergencia.

La normalidad sostenible debería tener a los agricultores por delante de la agricultura; a los empresarios generadores de empleos dignos y tributadores de impuestos redistributivos por delante de las empresas; a los ahorristas e inversores antes que a la banca y las entidades financieras; los seres humanos antes que a los consumidores y a los habitantes del planeta por encima de las actividades extractivas. No se trata de acabar la institucionalidad, pero sí colocarla al servicio de todos.

La senda de desarrollo recorrida por América Latina en el período 2000-2015 resultaba auspiciosa para lograr metas de reducción de pobreza, desnutrición, exclusión;  casi 35 millones de personas habían sido recuperadas de condición de hambre en la región, según datos de Naciones Unidas. A finales de 2019 la tendencia ya desafortunadamente había cambiado, encendiendo alertas sobre la sostenibilidad de los logros. Las medidas para contrarrestar la pandemia desnudaron las debilidades estructurales que se habían mantenido, o inclusive profundizado detrás de las cifras de crecimiento.

“Espero que la distancia social que ahora se recomienda, sea algo diferente a la que se practica desde siempre en la región”

Si la garantía de la disponibilidad, acceso y aprovechamiento de los alimentos es un derecho humano y las actividades requeridas para lograrlo son reconocidas como vitales y si los agricultores, son señalados como héroes, junto con el personal de salud y  los prestadores de otros servicios básicos; no resulta aceptable, ni siquiera coherente, las brechas existentes entre las condiciones de vida de la mayoría de los agricultores de pequeña escala y los consumidores medios de alimentos en América Latina, ni entre las de estos con los sectores más pobres de las grandes urbes. Espero que la distancia social que ahora se recomienda, sea algo diferente a la que se practica desde siempre en la región. 

Algunos indicadores de estudios recientes del IICA, la FAO y la CEPAL (www.agrirural.org), señalan que la pobreza es 1,8 veces mayor en las zonas rurales que en las urbanas; uno de cada dos pobladores rurales se encuentra en situación de pobreza, y uno de cada cinco pasa hambre; una de cada tres personas accede a infraestructura básica; 24 de 100 cuentan con una pensión de jubilación; una de cada tres, no posee cobertura legal de servicios de salud; solo uno de cada 10 hogares reciben prestaciones de seguridad social; alrededor del 40% de los pobladores rurales no tienen una educación secundaria completa; los productores agrícolas de pequeña escala y baja productividad representan más del 90 % del total de las explotaciones agropecuarias de la región y solo cuentan con el 23 % de las tierras agrícolas; las pérdidas de granos y  ganado en ALC son del orden de USD 6.000 millones anuales.

En el otro lado de la cadena de suministro en la región, más de 100 millones de personas viven en tugurios; 34 millones no tienen acceso a agua y 106 millones no cuentan con acceso a saneamiento básico adecuado; la cobertura de  los servicios de agua y saneamiento rural en el 2015 era semejante a la del sector urbano 25 años atrás; la diferencia entre el número de hogares con acceso a internet entre los quintiles de mayor y menor ingreso son casi cuatro veces más en Chile y Costa Rica; entre ocho y nueve veces en el Uruguay, el Ecuador y el Brasil; 21 veces en el Estado Plurinacional de Bolivia, y 45 en el Perú. Ya hemos visto lo que esto significa en épocas de crisis en acceso a asuntos vitales como las ayudas económicas, las financieras, la prestación de servicios de salud, la educación y la posibilidad de obtener ayuda alimenticia. 

“el canal de mercado tradicional, compuesto por centrales mayoristas y mercados de ´productores’ han sido opacados por la relevancia de la distribución moderna: los supermercados en sus diferentes formatos y el emergente ECommerce”

Un último componente y actor esencial, “rescatado” a partir de su efecto en los contagios con el Covid 19 es el canal de mercado tradicional, compuesto por centrales mayoristas y mercados de “productores”, opacados por la relevancia de la distribución moderna: los supermercados en sus diferentes formatos y el emergente e-commerce. Esencial, como se ha evidenciado, para los pobladores que sustentan su alimentación con ingresos del día a día, o que no tienen espacios adecuados para almacenamiento o refrigeración de los productos. Los lineamiento de política para la mejora de la competitividad de estos mercados en el Perú y un censo realizado en el país en 2016, presentan indicadores que ponen en una real magnitud su papel: un 56% de los hogares adquieren los alimentos en este circuito a nivel nacional; existen en el país 2 612 mercados de este tipo,  88% en zonas urbanas y 12% en zonas rurales. En muchas ocasiones funcionan como plataformas de consolidación y redistribución de productos y a su alrededor se desarrollan “cluster” de negocios comerciales diversos, formales y ambulatorios. Solo 56% cuentan con licencia de funcionamiento. 

“Se requiere pensar y actuar en la búsqueda de cambios estructurales que nos lleven a un real desarrollo sostenible”

Visto lo anterior, realmente lo anormal es que gran cantidad de los circuitos que conforman la cadena de abastecimiento y distribución de alimentos en América Latina no se rompa, ni se detenga. No deberíamos, después de cuarentenas de más de 100 días, y de todo el proceso de recuperación y reactivación, tener por meta volver a esa normalidad precaria por inequitativa y excluyente. Se requiere pensar y actuar en la búsqueda de cambios estructurales que nos lleven a un real desarrollo sostenible. ¿Serán suficientes los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como guía? Las metas para el 2030 deberían revisarse y actualizarse, probablemente no solo en indicadores de resultados.

A person wearing a suit and tie

Description automatically generated

Hernando Riveros es consultor, exfuncionario del IICA. Sus áreas de especialización son: agregado de valor a productos de origen agropecuario, gestión de cadenas y circuitos agroalimentarios, vinculación de la agricultura familiar y la PYME rural con los mercados y la dinamización económica local en procesos de desarrollo territorial.

Nota: Las opiniones expresadas en este seminario son responsabilidad del expositor y no reflejan necesariamente la opinión del IICA.

Comentarios del blog

Kelly Witkowski
Sáb, 18/07/2020 - 20:56

Muchas gracias por esta reflexión profunda, llamándonos a volver a centrar los esfuerzos de desarrollo en la gente y buscar mayor inclusión, equidad y sostenibilidad en su sentido amplio. Hace años se ha estado refiriendo a cambio climático como la nueva normalidad, y ahora también se está usando con covid-19. La única cosa segura es la incertidumbre - y por lo tanto, para realmente lograr sistemas resiliente, hay que desarrollar capacidades para lidiar con condiciones constantemente inciertas, lo cual sustenta tu punto que las personas, los agricultores tienen que ser el foco. Con el entorno cambiando tan rápidamente todo el tiempo, es la única solución que durará

Hernando Riveros
Dom, 19/07/2020 - 11:04

Gracias Kelly por tus aportes. Valiosos elementos que enriquecen la construcción. Estoy de acuerdo con la apreciación que desde el enfoque del cambio climático se pueden extraer conceptos, estrategias y mecanismos para gestionar los riesgos permanentes que nos representa la nueva normalidad, la mayoría de los cuales ya existen. Una meta es cerrar las brechas de la inequidad en todos los aspectos y con ello las brechas de vulnerabilidad. Todo afecta con mayor intensidad a los más vulnerables

Carlos Felipe Martinez
Dom, 19/07/2020 - 15:04

Gracias Hernando esta muy bueno el artículo y coincido en que esta pandemia es una oportunidad para avizorar e introducir cambios más profundos en nuestras vidas e instituciones. Dos cosas que comentaría es que al comienzo cuando menciones algunas de nuestras características no vi la de seguridad o inseguridad. Y luego en la discusión del distanciamiento social la verdad es que lo que importa al final es el distanciamiento físico y no esa construcción de “social”.

Hernando Riveros
Dom, 19/07/2020 - 15:46

Gracias Felipe. Muy buenas tu observaciones sobre el elemento seguridad/inseguridad, que finalmente es el que deberíamos buscar/eliminar en la combinación de riesgos y amenazas a las que tendremos que enfrentarnos en esta pandemia, o serie de emergencias, crisis, desastres por las que hemos venido pasando y las que vendrán. Y claro que la distancia social es una construcción, por lo menos difícil de entender/construir como gestión de la pandemia; mientras que resulta evidente en el desarrollo de nuestras sociedades

Marcelo Champredonde
Dom, 19/07/2020 - 20:32

Hernando,
Los datos que presentas son muy ilustrativos de la importante reflexión que nos has compartido. Y pone en evidencia que las condiciones marginales en las que viven muchas personas en el ámbito rural de AL, alimenta el éxodo de personas que serán igualmente desfavorecidas y que alimentarán los problemas de las grandes urbes de nuestro continente. Respecto a los mercados tradicionales las cifras que exibes nos ayudan a tomar conciencia de su importancia y creo que los desafíos que impuso e impone la pandemia deja varias enseñanzas, tales como la importancia de dinamizar las relaciones de proximidad entre productores y consumidores, por ejemplo, a través del uso de las TIC. También a la importancia de adaptar las normativas y sistemas de control, sanitarias y comerciales, a las realidades de los pequeños y medianos productores y de los mercados tradicionales. Y a su vez facilitar la adaptación de éstos, a las normativas vigentes para hacer más seguros los alimentos que consumimos.
En tu reflexión citas también varios componentes de la infraestructura de los ámbitos rurales que contribuirían a un mayor bienestra y seguridad de dichas comunidades ... son grandes desafíos y como sugieres, los objetivos deben ser claros para poder orientar las políticas públicas en esa dirección.
Esperemos que estas vicisitudes y desafíos sirvan como insumo para reorientarnos hacia esa nueva normalidad a la que haces referencia.
Muchas gracias por tus aportes.
Abrazo

Hernando Riveros
Dom, 19/07/2020 - 21:16

En respuesta a por Invitado (no verificado)

Gracias Marcelo por tus comentarios y referencias basadas en la realidad que conoces, estudias y contribuyes a mejorar desde tu espacio en el INTA y las redes que animas en la Argentina y a nivel internacional. Definitivamente la logística asociada con los canales de distribución tradicional y emergente, tanto de proximidad, como en los circuitos largos, es una temática a abordar y fortalecer. En esto pueden haber muy buenos aportes desde el sector privado, quienes finalmente han sido los proveedores de estos servicios; así estos no sean necesariamente incluyentes y equitativos. Como bien señalas, hay toda una línea a fortalecer en aspectos de bioseguridad. Cordiales saludos

Sandra Anchivilca Campos
Dom, 19/07/2020 - 20:38

Acertado comentario! Estoy elaborando mi tesis de maestría y la publicación me brinda un interesante análisis para fortalecer una mirada más integradora del actual acontecer. Buen dato el de agrirural.org
Las estructuras y la interacción en constante dinamismo. Cambios estructurales y, al mismo tiempo, cambios de hábitos, prácticas.
Concuerdo con el autor, la institucionalidad debe estar al servicio de todos y todas. Las personas somos importantes, así como el medio ambiente en el cual vivimos, por ello es importante que la intervención del Estado se centre en cerrar brechas sociales, económicas, culturales, ambientales entre otras. Así como innovar y establecer procesos de mejora frente a escenarios nuevos y adversos.

Hernando Riveros
Dom, 19/07/2020 - 21:22

En respuesta a por Invitado (no verificado)

Me alegra Sandra que algo de lo planteado contribuya a la orientación de tu tesis, pero sobre todo saber de jóvenes interesados por ayudar a construir propuestas para mejorar las condiciones de los medios de vida de territorios que conocen y con las que mantienen lazos familiares y culturales.

Henry Barrera
Dom, 19/07/2020 - 20:44

La pandemia ha desnudado debilidades y carencias que en las diferentes esferas públicas existían, el hacinamiento de las cárceles, la poca atención a los hospitales, la falta de acceso al agua, la contaminación del ambiente, por solo mencionar algunos, son suficientes motivos para que la "vuelta a la normalidad" sea una vuelta con cambios, que si bien van a tomar su tiempo en materializarse, modificar las estructuras que se han mantenido durante largos años, es necesario comenzar. Las desigualdades se tienen aminorar, no es coherente pedir a la población que se lave las manos cuando un sector de peruanos no tienen acceso a agua potable.
La vuelta con cambios tiene que ser el principio de políticas sociales y económicas que generen una mejor convivencia y con una mayor democratización de los servicios básicos.

Hernando Riveros
Dom, 19/07/2020 - 21:30

Gracias Henry por tus comentarios. Definitivamente tendríamos que ponernos como foco de la "reactivación", volver a una normalidad, en la que lo normal no sea lo que así calificábamos cuando a finales del año pasado hicimos los planes, de corto y mediano plazo, personales, familiares, institucionales, empresariales, cooperativos, territoriales o de país y regiones.

Gustavo Adolfo Rodriguez Chacón
Lun, 20/07/2020 - 01:01

La gran reflexión de nuestro apreciado HRiveros, me trajo a la mente el debate milenario que planteó contra su maestro el célebre Aristoteles. "Las ideas y el objeto real, lo que necesita de la esencia que le es inminente". El dualismo platónico. Y tratando de manifestar su deseo por imaginar la nueva realidad que debería surgir post-Covid llega a la misma conclusión aristotélica. Lo esencial es lo que es relativo a la esencia de las cosas, y la realidad de las cosas no están regidas por una idea que le es trascendente sino por la multiplicidad de sus manifestaciones hasta encontrar la realidad completa. Y a esto es lo que Aristoteles denomina "entelequia". El idealismo celestial versus el realismo terrenal.

En momentos como los actuales nos enfrentamos todos, estando en latitudes muy diversas, a un enemigo común que nos ha desnudado y nos coloca a pensar en la misma dirección. Expresamos ideales de cambio aprovechando la posible nueva realidad. Desafortunadamente las heridas que nos ha causado a todos, más profundas y delicadas en unos que en otros, nos pondrá en un triste devenir tan complicado que la lucha por curarla acentuar á el individualismo que en el pasado construyó una AL con los resultados que muestran los indicadores que nos muestran los OI, de los cuales son muy conscientes nuestros preocupados investigadores expertos pero muy inconsciententes nuestros políticos y clase dirigente encargada de enderezarlos.

Hernando Riveros
Lun, 20/07/2020 - 19:07

En respuesta a por Invitado (no verificado)

Gustavo, que bueno que hubieras enfocado tu comentario en respuesta a la aproximación y seña que hice sobre lo filosófico de lo esencial. Gracias por profundizar y complementar al respecto. Al mencionar el dualismo entre filosofía y poesía frente a lo operativo y funcional de lo esencial, no sabía que estaba caminando sobre la "entelequia" aristotélica. eso nos lleva a la autorealización, o lo irreal. Volviendo a lo funcional, claro que todo esto debería contribuir a una nueva forma de acuerdo social y de su gobrenanza

Iciar Pavez
Lun, 20/07/2020 - 13:55

Muy buen artículo, reflexivo y sustentado. Creo que la informalidad de la economía que mencionas al final sería material para tu próximo artículo, porque ha tenido un efecto importante en la ampliación de la crisis.

Hernando Riveros
Lun, 20/07/2020 - 19:15

Gracias Iciar por tu comentario y por insinuar el tema de un nuevo artículo. Tremendo desafío el aprovechar los potenciales de la informalidad, que los tiene, incentivar la formalidad y cerrar brechas por esas vías. Considero que los estudiosos y los gestores de políticas públicas agrícolas, tienen un gran campo de acción si a la ya histórica diferenciación entre agricultura empresarial y agricultura de subsistencia, o entre agricultura a gran y pequeña escala, se le agrega un abordaje diferenciado entre la formal y la informal. Dentro de ambas coexistente gran y pequeña escala. Veremos si alcanza para un nuevo blog. De nuevo gracias

Laura Leon Navas
Mar, 21/07/2020 - 15:29

Aun cuando las cifras expuestas en este excelente artículo de Hernando Riveros podrían sumirnos en la más profunda de las angustias, y estudiar la historia no nos proporciona grandes expectativas sobre el comportamiento solidario de la humanidad, creo que los cambios estructurales que nos urge a buscar Hernando, se resumen de manera contundente en su propuesta de poner la institucionalidad al servicio de todos y no al contrario como nos acostumbró la "normalidad". Tal vez es un buen momento para recuperar los comienzos y darles un nuevo aire para responder a las cifras que nos dejó la normalidad.

Hernando Riveros
Mar, 21/07/2020 - 18:45

En respuesta a por Invitado (no verificado)

Gracias Laura por compartir tu reflexión. Que bueno que la propuesta de poner por delante de todo a la gente, y de no dejar a nadie atrás, la veas como la luz para salir de la profundidad de las angustia que puede generar los efectos de la pandemia y la historia del género humano. Casi un "slogan" de un movimiento.

Federico Ganduglia
Mar, 21/07/2020 - 17:35

Felicitaciones Hernando, excelente artículo. Muy motivante y provocadora en el buen sentido de la palabra la noción de "normalidad sostenible". Esta trágica crisis global ha revalorizado a la agricultura y sus actores, aunque también ha expuesto descarnadamente la deuda social en nuestros países. Tu llamado a transformar positivamente la normalidad representa un paso esencial para hacer de esta crisis una oportunidad.
En otro orden, y en relación a lo que mencionás sobre las vidas salvadas a partir de las medidas de los países, recomiendo un artículo de Paul Krugman en NYT (29 de mayo) acerca de "la economía de no morir".

Hernando Riveros
Mar, 21/07/2020 - 18:51

Gracias Federico por tu apreciación. Me alegra que la provocación se convierta en motivación, de eso se trata. Muchas gracias por la recomendación de la referencia de Krugman. Este intercambio que ha generado el artículo me resulta especialmente valioso por los aportes recibidos por parte de los comentaristas en aspectos conceptuales, de enfoques, lecturas y referencias. Ya se podría escribir una versión 2.0 del mismo

Gaby Rivera
Jue, 23/07/2020 - 20:42

"La normalidad sostenible debería tener a los agricultores por delante de la agricultura" Una de las tantas frases que nos dejas en este significativo e inspirador artículo (ya no se si utilizar la palabra escencial ...) Hernando felicitaciones y gracias por traer este enfoque y análisis. Si, me uno al compromiso de replantear y llamar a la acción para el cambio de estructuras tradicionales pero también desde habitos cercanos, desde nuestra propia contribución como seres humanos.

Hernando Riveros
Lun, 27/07/2020 - 14:13

Gracias Gaby. Efectivamente, todos desde donde estemos, tenemos algo que dar y con que contribuir a la búsqueda del bien común, o del bien vivir.

Omar Del Carpio
Vie, 28/08/2020 - 06:07

Excelente tu artículo Hernando, de hecho se me ha venido una idea excelente para hacer a partir de él (que ya te comentaré directamente). Coincido en varios puntos y creo que el nudo más importante es "que es lo esencial". De hecho, entiendo que el planteamiento es pensar en lo esencial de aquellos que son más vulnerables. Lo voy a difundir! Saludos