La situación de aislamiento social ocasionada por la crisis del Covid-19 ha generado una serie de cambios conductuales de las personas en diferentes ámbitos, relacionadas con la higiene, rutinas, hábitos de consumo y patrones alimentarios. La necesidad de reforzar medidas de precaución para minimizar los riesgos de contagio ha llevado a que consumidores se replanteen la forma de acceso a los alimentos y la selección de estos, con lo que se han valorizado mucho más sus atributos de calidad e inocuidad. Todo esto ha motivado una tendencia a preferir alimentos naturales y fomentado una sensibilidad y solidaridad de la sociedad hacia aquellos actores y sectores económicos que continúan con sus actividades laborales, en especial, hacia los más vulnerables: los pequeños emprendedores y productores de la Agricultura Familiar.
La pandemia ha motivado una tendencia a preferir alimentos naturales y a fomentar mayor sensibilidad y solidaridad de la sociedad hacia quienes continúan con sus actividades laborales, en especial hacia los más vulnerables, entre ellos los pequeños emprendedores y productores de la Agricultura Familiar |
En efecto, la Agricultura Familiar en los últimos años ha venido demostrando una importancia significativa en nuestras sociedades desde las diferentes contribuciones que realiza; entre ellas, su rol protagónico en los sistemas de abastecimiento alimentario de nuestros países, ya que, a partir de sus actividades de producción, contribuyen a mantener la disponibilidad de alimentos a través de diferentes esquemas de comercialización, ya sean locales, nacionales o internacionales, en circuitos cortos de comercialización, cadenas de valor o en mercados concentrados.
Es necesario repensar las formas vigentes y tradicionales de comercialización |
La crisis sanitaria y sus repercusiones, sumada al potencial productivo alimentario de la Agricultura Familiar, debe permitir a los países, a través de sus instituciones, repensar las formas vigentes y tradicionales de comercialización. En términos generales, se debe buscar garantizar la oferta alimentaria inocua y de calidad, el acceso a los alimentos por parte de todos consumidores, precios asequibles para los consumidores y competitivos para los productores y, por ende, debe facilitar la creación o modernización de circuitos comerciales desconcentrados, que favorezcan la inserción comercial efectiva de la Agricultura Familiar.
En la promoción de dichos esquemas de comercialización, se torna necesario profundizar la mirada hacia aquellas modalidades donde el relacionamiento entre productores de la Agricultura Familiar y consumidores es más cercano, a través de las ventas directas y sin cuasi intermediación en la cadena de suministros. Esto permitirá a los agricultores incrementar sus ingresos y mejorar el flujo comercial de alimentos naturales, lo que constituye una adaptación positiva al presente contexto de la pandemia.
Los circuitos cortos de comercialización son "articulaciones de productores individuales u organizados informalmente, de productos frescos o procesados, diferenciados sin certificación, con consumidores intermedios o finales, en las que participa máximo un intermediario con el que, en la mayoría de los casos, no se definen acuerdos previos a la venta, y en las que se desarrollan relaciones de proximidad" (Rodríguez y Riveros, 2016) |
La Agricultura Familiar, por sus características, se ve altamente favorecida si participa en esquemas de comercialización de circuito corto. Los agricultores familiares pueden abastecer cómodamente demandas pequeñas de mercados locales o de circuito corto debido a que la oferta suele ser limitada en volumen, producto de escalas de producciones relativamente pequeñas. Además, muchos agricultores familiares son informales, lo que los limita para realizar gestiones y transacciones comerciales más estructuradas y empresariales. Por otra parte, la gestión organizativa-gerencial propia de la Agricultura Familiar permite ofrecer, para beneficio de los consumidores, mayor variedad de productos alimentarios, que se movilizan en circuitos de mayor proximidad acorde con su capacidad de transporte y de logística. A esto se suma la red de relacionamientos de confianza que se generan entre productores y consumidores, lo que favorece la estabilidad de la oferta y la calidad de los productos ofrecidos, y contribuye a la sostenibilidad de estos esquemas de comercialización.
Ante la actual crisis, hacemos un llamado a reinventar y hacer trascender las formas de comercialización que en estas circunstancias también pueden aportar soluciones. Es necesario promover la asociatividad que da a los productores mayor poder de negociación y economías de escala en la compra de insumos y venta de productos, mejorando así las ganancias de la comercialización.
Los circuitos cortos de comercialización son "articulaciones de productores individuales u organizados informalmente, de productos frescos o procesados, diferenciados sin certificación, con consumidores intermedios o finales, en las que participa máximo un intermediario con el que, en la mayoría de los casos, no se definen acuerdos previos a la venta, y en las que se desarrollan relaciones de proximidad" (bajar documento de Rodríguez y Riveros, 2016).
En muchos países de América Latina y el Caribe, las ferias móviles han permitido la dinamización de la microeconomía de sus territorios, ayudando a mejorar la organización de la oferta y sobre todo permitiendo una mejor planificación de la producción. Desde la perspectiva de la distribución de productos, hay que resaltar que la mayoría de las ferias móviles o itinerantes presentan la singularidad de ser impulsadas por mujeres, por lo tanto, también contribuyen a la inclusión social en los territorios.
“La mayoría de las ferias móviles o itinerantes presentan la singularidad de ser impulsadas por mujeres, por lo tanto, contribuyen a la inclusión social en los territorios" |
La pandemia nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de encontrar mecanismos creativos que garanticen a los consumidores condiciones de sanidad e inocuidad en el manejo post cosecha, cumpliendo protocolos, normas y estándares establecidos. Estos son elementos indispensables para generar oportunidades nuevas, mejorar y dar mayor credibilidad a los circuitos cortos y los mercados itinerantes como alternativas sostenibles de comercialización.
En este escenario de crisis y ante las medidas de distanciamiento social y cuarentenarias, surgen nuevas opciones de relacionamiento comercial, como el de las ventas con soporte en las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), volcando la gestión comercial hacia alternativas como el eCommerce y el eBussiness para las ventas en línea de canastas de productos, pedidos vía WhatsApp, y entregas a domicilio. Estas opciones pueden además estar basadas en plataformas o aplicativos que incluyen, no solo la posibilidad de interacción entre el productor y el consumidor, sino que también incorporan opciones de servicios logísticos y de transporte que hacen más dinámicas, oportunas y seguras las entregas a domicilio. Las tiendas móviles, en alianza con compradores mayoristas y supermercados, son también innovaciones interesantes que han surgido para vincular la oferta y la demanda de productos agroalimentarios.
Los relacionamientos de confianza que se generan entre productores y consumidores favorecen la estabilidad de la oferta y la calidad de los productos ofrecidos, y contribuye a la sostenibilidad de estos esquemas de comercialización |
Para citar un ejemplo, en Paraguay, con apoyo del IICA, el Ministerio de Agricultura y Ganadería, conjuntamente con el Ministerio de Tecnología de la Información y Comunicación, se ha desarrollado un aplicativo o plataforma donde que en esencia otorga asistencia técnica remota, información de precios y facilita las compras por parte del Estado (vínculo al video de la plataforma).
Con base en las experiencias desarrolladas por los países de la región, se puede profundizar de manera renovada el análisis y la activación de circuitos cortos y los mercados itinerantes. Los énfasis podrían estar en vincular la oferta de la agricultura familiar con las compras públicas; medidas de preparación apuntando a la pronta reactivación de restaurantes, hoteles y otros espacios; mejoras en el acceso y uso de herramientas tecnológicas en la comercialización de productos; y promover las tiendas especializadas de ventas de cercanía, mercados concentradores y de proximidad. Estas son estrategias posibles de ser replicadas con éxito.
El IICA, a través de su programa de Desarrollo Territorial y Agricultura Familiar, puede jugar un rol fundamental sistematizando y difundiendo experiencias concretas y creando espacios de consulta y asesoramiento para que experiencias nuevas e innovadores de comercialización de productos agrícolas se repliquen a lo largo de América Latina y el Caribe.
* Mario León es Gerente del Programa de Desarrollo Territorial y Agricultura Familiar del IICA. Este artículo contó con los aportes de Fátima Almada José Arze y Joao Torrens.
Nota: Las opiniones expresadas en este Blog son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la opinión del IICA.
Blog comments
Licela
Buen día
Me interesa mucho el curso.
LA AGRICULTURA FAMILIAR
La pandemia, ha ocasionado que cambie muchas cosas, entre ellas, la forma de comercialización de los productos agrícolas. En este momento existe una relación más próxima y de confianza entre el productor y el consumidor, en donde el productor está enmarcado por la agricultura familiar. Está por manejar volúmenes más pequeños de alimentos, ofrece una variedad de estos, que a su vez también son sanos e inocuos. La forma de comercializarlos se ha acentuado con el uso de plataformas virtuales, lo cual, ha permitido que se asegure el abastecimiento de los alimentos. Esta dinámica ha hecho que se beneficien mutuamente, tanto la agricultura familiar por tener mayores ingresos ( se ha eliminado gran cantidad de intermediarios ) y los consumidores se siente que están adquiriendo productos de buena calidad.
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