El nuevo contexto internacional está caracterizado por dos variables: la alta incertidumbre y alto nivel de desorden. Ambas variables están afectando el potencial del comercio internacional. La Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que el comercio de bienes y servicios caerá entre un 15 y 30% en 2020, y tendrá una muy leve recuperación en 2021. El sector de alimentos y agropecuario está teniendo consecuencias directas, con la caída de los precios internacionales, principalmente el maíz, afectado por el precio del petróleo y el uso menor de los biocombustibles.
Fenómenos como la limitada relación con China, el aislamiento territorial, la caída de los precios del petróleo, un mayor proteccionismo comercial, la recesión mundial, las cadenas globales de valor quebradas, las bioenergías poco viables y la demanda estancada, todas afectan el acceso a mercados, especialmente los agroalimentarios. Los organismos internacionales estiman caídas del Producto Interno Bruto (PIB) en promedio de 8% para países desarrollados, y para los países en desarrollo podrían superar el 10%. En ese sentido las cadenas globales de valor que se venían conformando y consolidando se encuentra resquebrajadas, con serias dificultades para manejar la cadena de suministros globales. En último lugar, las bioenergías, que son estratégicas para el desarrollo, el consumo interno y para la exportación, principalmente para el MERCOSUR, se ven seriamente afectadas.
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El escenario cambió de un comercio internacional administrado, con los acuerdos comerciales como referencia, a un comercio ultra administrado, donde se visualizan cuatro grandes variables. La primera, mayores barreras sanitarias y ambientales, con la consecuencia que muchos gobiernos intentan restringir el ingreso de productos importados, tanto de bienes como de servicios, y donde se visualizan para el comercio internacional de alimentos mayores desafíos.
El escenario cambió de un comercio internacional administrado, con los acuerdos comerciales como referencia, a un comercio internacional ultra administrado |
En segundo lugar, se observa una tendencia internacional de favorecer la producción y el consumo locales. En tercer lugar, la forma de administrar la pandemia tendrá efectos directos, y probablemente divida a los países entre aquellos que administran bien, por lo tanto, considerados confiables, favoreciendo el comercio con ellos, de aquellos países no confiables. Y, en cuarto lugar, las cadenas globales en un mundo ultra administrado tendrán mayores problemas o dificultades para mantenerse y actuar de la misma forma que lo hacían en la última década. Por lo tanto, es muy probable que tengamos sustituciones de esas cadenas globales por cadenas regionales de valor.
“es muy probable que tengamos sustituciones de las cadenas globales por cadenas regionales de valor” |
Esta situación de comercio ultra administrado también está muy vinculada con la guerra comercial y tecnológica entre las dos grandes potencias del mundo: China y Estados Unidos. Claramente a esto se suma una nueva variable: la sanitaria. Ahora hay que empezar a pensar en este trípode de aspectos comerciales, tecnológicos y sanitarios. En este contexto, se verán efectos directos en la reconformación de alianzas y litigios internacionales y va a darse una reconstitución de las cadenas globales de valor, que a mi entender van a ser bipolares (división en el mundo para formar parte de alianzas con ambas potencias), particularmente en los sectores de tecnologías digitales, medicamentos y alimentos. La forma en la cual los países puedan ser parte de estas cadenas globales bipolares será estratégica y podrá definir el futuro del comercio internacional de alimentos y bioenergías de nuestros países.
“hay que empezar a pensar en términos de este trípode de aspectos comerciales, tecnológicos y sanitarios” |
En este escenario, la Argentina debe desarrollar una estrategia nacional post COVID-19 para vincularse a los aliados estratégicos dentro y fuera del Mercosur. El contexto del comercio ultra administrado presenta desafíos nacionales para desarrollar una estrategia exportadora agresiva, que le permita ser parte de la lista de países creíbles, rearmar las alianzas estratégicas con socios y fortalecer los sistemas de control y certificación públicos y privados.
Gustavo Idígoras es economista, presidente de la Cámara Argentina de la Industria Aceitera y Centro de Exportadores de Cereales, Profesor de la Universidad Tres de Febrero y de la Universidad de Buenos Aires.
Nota: Las opiniones expresadas en este seminario son responsabilidad del expositor y no reflejan necesariamente la opinión del IICA.
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