Los desafíos para el comercio agrícola en América Latina frente al COVID-19

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La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 obligó a tomar medidas de aislamiento y confinamiento social sin precedentes a nivel global, que generan una recesión auto-infligida en la economía mundial, y por tanto una reducción del comercio internacional. De acuerdo con las proyecciones de la OMC, el volumen del comercio mundial sufrirá un colapso de entre 13% y 32% en 2020, mucho mayor al de la crisis 2008-2009.

En el primer bimestre de 2020 las importaciones de China se redujeron 4% interanual. El precio de las materias primas bajó 8,8% interanual en el primer trimestre, con una caída menor de las materias primas agrícolas (-4,4%) respecto de la energía (-23,6%), de acuerdo con datos del FMI. La cotización del petróleo se desplomó en marzo con la decisión de Arabia Saudita de incrementar la producción para sacar del mercado la explotación no convencional de América del Norte (Gráfico 1).

Gráfico 1. Precio de materias primas agrícolas y petróleo en el primer trimestre de 2020. Variación interanual, en porcentaje

Grafico_1

Fuente: FMI

Cabe recordar que en la recuperación post-crisis 2008-2009, China recuperó su dinamismo y los precios de las materias primas alcanzaron nuevos máximos hacia 2011. Si bien hay incertidumbre sobre la profundidad y la duración de la recesión económica provocada por la pandemia, el FMI proyecta la mayor caída desde la Gran Depresión de 1930. En ese marco, la recuperación del crecimiento económico y el comercio global dependerán no solo de la duración de la crisis sanitaria sino también de las respuestas de política fiscal, monetaria y comercial de los países, que es superior en los países desarrollados que en los países en desarrollo.

La pandemia tiene un impacto directo en los países de América Latina a través de la reducción de la actividad económica derivada de las medidas de aislamiento y confinamiento social. A su vez, existen distintos canales de transmisión, como los cambios en los flujos de capital y del comercio internacional. Por un lado, frente al colapso de la actividad global y la baja de las tasas de interés de los países desarrollados, los países de la región sufren salidas de capitales y la depreciación de sus monedas. Por otro lado, se registrará una reducción del valor de sus exportaciones, debido a la caída de la demanda externa de los principales socios comerciales. A nivel subregional, las economías de América del Sur, especializadas en la exportación agrícola, se verán afectadas por la caída de los precios de sus principales productos de exportación. Por ejemplo, en Argentina y Uruguay, el desempeño del comercio agrícola fue inferior al del comercio total durante febrero en términos interanuales, lo que podría estar vinculado al impacto de la pandemia. En Argentina mientras el valor de las exportaciones totales cayó 2,8%, el valor de los envíos agrícolas se redujo 4,7% interanual (INDEC). En Uruguay, las exportaciones totales en términos corrientes cayeron 5,5% y las agrícolas bajaron 11,2% (BCU) durante el mes. Cabe notar, de todos modos, que los productos agrícolas tienen una elasticidad ingreso menor que los productos manufacturados, lo que podría atenuar la disminución de las cantidades exportadas.

A nivel de los países, las medidas de aislamiento y confinamiento social han exceptuado, entre otras, a las actividades agropecuarias, reconociendo su rol esencial y estratégico. No obstante, los países de la región deberán apoyar la producción transable para que las empresas agropecuarias y de alimentos puedan continuar produciendo a pesar de las restricciones derivadas de la pandemia. Asimismo, es necesario minimizar el impacto de las medidas sobre el comercio internacional agrícola y de alimentos. Para ello, es fundamental la coordinación multilateral de modo de mantener las economías abiertas, garantizar el tránsito de bienes, y las cadenas de suministro agrícola sin interrupciones. A su vez, los países deben evitar restricciones y trabas a las exportaciones agrícolas, que terminan generando la escasez que se busca evitar.

En el corto plazo, las ventas externas totales y agrícolas de América Latina se reducirán como consecuencia de la recesión global derivada del COVID-19. Frente a estos desafíos, los países de la región deberán apoyar a las empresas especializadas en bienes transables para que puedan continuar produciendo y comercializando a pesar de las restricciones y de la baja en los precios internacionales. Además, es clave lograr cooperación y liderazgo a nivel regional y multilateral para evitar restricciones al comercio agrícola y de alimentos.

* Rosario Campos es consultora del IICA y economista especialista en comercio internacional, macroeconomía y agroindustria.

 

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