Considero que la conclusión: “lo que hay que promover son los balances adecuados entre ambas estrategias …”, es acertada, incluso desde la perspectiva del productor, para quien, es importante tener diferentes opciones de mercado a las cuales aproximarse en función a su capacidad o grado de desarrollo relativo. También es conveniente para los gobiernos de países que tienen entre sus desafíos mantener el equilibrio entre la demanda – oferta de los principales alimentos que se producen y consumen a nivel doméstico, a fin de evitar sobreproducción estacional, fluctuaciones de precios, desabastecimiento, presión sobre recursos naturales escasos, baja rentabilidad agraria, conflictos y demás derivados.
La planificación de las siembras, sumada a la diversificación productiva en torno a productos con menor impacto ambiental, mayor demanda y mejores precios en el mercado nacional e internacional, se cuenta entre las estrategias. En ese contexto, el sueño exportador es el que suele representar el mayor atractivo, más aún si se trata de promover prácticas de producción sostenibles, que el mercado local no recompensa o al menos no lo suficiente para cubrir mayores costos y generar ingresos netos. Sin embargo, la exportación, al igual que la agregación de valor basada en la biomasa primaria y residual (cualquiera sea el enfoque de mercado), no es una opción para todos (en especial para pequeños productores que por lo general son mayoría), mucho menos si no viene acompañada de políticas, regulaciones e inversiones efectivas, financiamiento, información, educación, asistencia técnica…
Y, aun con todo ello, está la variable “riesgo”, donde “producto nuevo en mercado nuevo”, es el peor escenario (mayor riesgo); pero, por alguna razón, las intervenciones de apoyo y las iniciativas de los propios productores tienden a caer en ese cuadrante.
Espero no haberme desviado mucho del tema. El artículo me pareció sumamente aleccionador y me generó estas reflexiones.
Considero acertada la conclusión de promover balances adecuados
Considero que la conclusión: “lo que hay que promover son los balances adecuados entre ambas estrategias …”, es acertada, incluso desde la perspectiva del productor, para quien, es importante tener diferentes opciones de mercado a las cuales aproximarse en función a su capacidad o grado de desarrollo relativo. También es conveniente para los gobiernos de países que tienen entre sus desafíos mantener el equilibrio entre la demanda – oferta de los principales alimentos que se producen y consumen a nivel doméstico, a fin de evitar sobreproducción estacional, fluctuaciones de precios, desabastecimiento, presión sobre recursos naturales escasos, baja rentabilidad agraria, conflictos y demás derivados.
La planificación de las siembras, sumada a la diversificación productiva en torno a productos con menor impacto ambiental, mayor demanda y mejores precios en el mercado nacional e internacional, se cuenta entre las estrategias. En ese contexto, el sueño exportador es el que suele representar el mayor atractivo, más aún si se trata de promover prácticas de producción sostenibles, que el mercado local no recompensa o al menos no lo suficiente para cubrir mayores costos y generar ingresos netos. Sin embargo, la exportación, al igual que la agregación de valor basada en la biomasa primaria y residual (cualquiera sea el enfoque de mercado), no es una opción para todos (en especial para pequeños productores que por lo general son mayoría), mucho menos si no viene acompañada de políticas, regulaciones e inversiones efectivas, financiamiento, información, educación, asistencia técnica…
Y, aun con todo ello, está la variable “riesgo”, donde “producto nuevo en mercado nuevo”, es el peor escenario (mayor riesgo); pero, por alguna razón, las intervenciones de apoyo y las iniciativas de los propios productores tienden a caer en ese cuadrante.
Espero no haberme desviado mucho del tema. El artículo me pareció sumamente aleccionador y me generó estas reflexiones.