Una nueva Institucionalidad Agropecuaria podría nacer en el marco de la pandemia COVID-19

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Hacer cosas diferentes
No debemos hacer cosas diferentes, debemos hacer otras cosas. Fuente: todoenunClick

“Ante la pandemia del COVID-19 se requieren nuevos acuerdos (pactos) sociales, económicos, productivos y políticos que nos permitan proponer nuevos modelos de gobernanza y gobernabilidad acordes con la realidad existente”

Evolución y diversidad en las dinámicas de la Institucionalidad del sector agropecuario

Lejos de tener alguna respuesta o pretender sugerir alguna solución, la vivencia que observamos en el sector agropecuario sobre la forma en que éste enfrenta la Pandemia del COVID-19 debe llevarnos a plantearnos los retos hacia el presente en una coyuntura caracterizada por lo impredecible y cambiante.

En 2009, Piñeiro, Martínez-Nogueira y Trigo nos hacían reflexionar con el documento sobre “Evolución y características de la institucionalidad agropecuaria y rural en América Latina” donde además describían un análisis histórico sobre cómo se fue construyendo el sector público en América Latina sobre la base de cinco etapas definidas por el rol del Estado en cuanto a sus modelos de gestión:

  1. el Estado constructor, durante la cual la principal actividad del Estado era sentar las bases institucionales y legales que permitieran la apropiación de la tierra y la consolidación de la producción;  
  2. el Estado regulador, etapa de fuerte complejidad del aparato público que interviene en los mercados e intenta organizar la inserción en el comercio; 
  3. el Estado desarrollista, caracterizado por la estrategia donde el Estado asume una enorme variedad de funciones en la economía real y sustitución de importaciones de origen industrial;  
  4. el Estado remanente, donde se implementa la primera reforma del Estado (que tuvo lugar durante las décadas del 80 y 90) y la privatización de los servicios públicos y el “achicamiento del Estado” que fue el rasgo dominante;  
  5. Finalmente, el Estado estratégico-relacional que, en sus inicios, estaba dirigido a dotar al Estado de capacidades para asumir un rol articulador y ordenador de las actividades de un amplio espectro de actores sociales públicos y privados.

La diversidad en el desarrollo de la institucionalidad agropecuaria en los países del hemisferio occidental hace que todos hayan cursado o estén cursando entre una o varias de las etapas antes mencionadas. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 hace que estos elementos característicos de cada etapa nos lleven a pensar que, independientemente de las mismas, se requiere de nuevos acuerdos (pactos) sociales, económicos, productivos y políticos que nos permitan proponer modelos de gobernanza y gobernabilidad acordes con la realidad existente.

“La nueva institucionalidad debe contemplar las interacciones desde la producción hasta el consumo para asegurar la sostenibilidad y el dinamismo que se necesita”

Generalmente, la institucionalidad agropecuaria en los Estados se ha relacionado principalmente con el sector primario, cuando en el marco de la pandemia vemos con mayor predominancia la importancia de los encadenamientos, las cadenas de valor globales y los clústeres, llevándonos a pensar que la nueva institucionalidad debe contemplar esta interacción desde la producción hasta el consumo para asegurar la sostenibilidad y el dinamismo que se necesita.

En un entorno económico y social donde las principales disrupciones están dadas por la innovación, las tecnologías de información y comunicación, la gestión del conocimiento, la variabilidad del clima, los efectos del cambio climático y las dinámicas comerciales altamente cambiantes hacen que los nuevos sistemas institucionales tengan tres opciones: desaparecer, adaptarse o permutar.

Algunas características del contexto para la nueva institucionalidad en el sector agropecuario 

En 1999, Hock en su libro “Birth of the Chaordic Age”, describe como las instituciones enfrentan un contexto caracterizado por atravesar permanentemente tiempos de caos que conllevan a tener nuevos órdenes. Este contexto, en el marco de la pandemia del COVID-19, es más evidente que en años anteriores, y debido a ello los procesos de generación de políticas, planificación de estrategias, planes, programas y proyectos del sector agropecuario tienen que considerar aspectos de cogestión y coinnovación permanente para lograr la construcción de esos futuros deseables hacia el logro de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.

“Los procesos de generación de políticas, planificación de estrategias, planes, programas y proyectos del sector agropecuario tienen que considerar aspectos de cogestión y coinnovación permanente para lograr la construcción de futuros deseables”

Lo multifactorial es la principal característica de los cambios. Es difícil, por no decir imposible, identificar las causas de los problemas por los que atraviesa el sector agropecuario. Si analizamos el incremento, mutación, adaptación de las plagas y enfermedades que afectan a distintos cultivos, los cambios en los hábitos de consumo de alimentos o la ralentización en el comercio agrícola, así como los cambios en las reglas, procedimientos y procesos, veremos que los factores que hacen cambiar el contexto y sus interrelaciones son muchos, variados y cambiantes.

Por esos motivos, la coinnovación requiere de propuestas colaborativas/cooperativas, conjuntas y complementarias que se desarrollan a partir de la gestión colectiva (cogestión), más allá de la acción individual, lo que nos hace replantear la necesidad de hallar soluciones en diálogo con los actores, como base fundamental de los cambios hacia una nueva institucionalidad para el sector agropecuario

Además, este contexto está acompañado de avances que también cambian más rápido de lo que podemos reconocerlos y aplicarlos, sobre todo en tecnologías disruptivas que facilitan la adaptación en la complejidad antes descrita. La necesidad imperativa de manejo de muchas variables para poder proyectar y hacer análisis prospectivo, tomar decisiones y gestionar el sector agropecuario ha hecho que por ejemplo el Big Data sea una necesidad para las instituciones del sector, así como diversas aplicaciones para su uso en la agricultura como son: la inteligencia artificial, “machine learning”, el internet de las cosas y todos los instrumentos de apoyo (drones, nano computadoras, nanochips, robots, etc.), pasando por la necesidad de considerar la AGTech y FINTech (por sus siglas en inglés), tecnologías aplicadas a la agricultura y a las finanzas, respectivamente, como hechos reales y necesarios.

“La nueva institucionalidad del sector agropecuario requiere considerar para su reconfiguración nuevas formas de cogestión a partir de coinnovaciones adaptativas en procesos, herramientas e instrumentos”

Este contexto además exige nuevas formas de hacer las cosas y plantear soluciones basándose en aproximaciones sucesivas, teniendo al usuario como el actor que tiene un papel fundamental en la definición de productos y servicios; y donde los avances en modelos de gestión para obtenerlos, como el método “Lean Startup”, ejemplifican las nuevas formas de cogestión a partir de coinnovaciones adaptativas en procesos, herramientas e instrumentos que ahora la nueva institucionalidad del sector agropecuario requiere considerar para emprender sus acciones de reconfiguración.

Una nueva institucionalidad para el sector agrícola es posible y necesaria a partir de las nuevas interrelaciones y dinámicas entre los actores que en ella participan

Los cambios antes mencionados nos llevan hacia nuevos retos en la institucionalidad del sector. Es cada vez más necesario disminuir o cerrar las brechas de generación, acceso y usos de esas innovaciones adaptativas, pensando en que el objetivo de la nueva institucionalidad sea una cuestión central basada en la resiliencia que podría acortarse por medio del intercambio del conocimiento en plataformas, redes y nodos verdaderamente convergentes entre la institucionalidad pública, privada productiva, social, académica y de cooperación. 

Una institucionalidad agropecuaria con visión de “Sistema Interconectado” podría ir generando espacios para una acción colaborativa más horizontal, proyectando también a que las generaciones de relevo de jóvenes y mujeres que estén ligadas a la producción de alimentos en las zonas rurales y urbanas con otra perspectiva de hacer las cosas, tengan una relevancia predominante en estos tiempos. América Latina y el Caribe (ALC) como proveedor mundial de alimentos tiene ventajas comparativas y competitivas en cuanto a los factores de producción, donde el aspecto diferenciador estará dado por el talento de los actores vinculados al sector agropecuario y su capacidad de generar interacciones positivas y sinérgicas.

“construcción de una institucionalidad del sector agropecuario con más presencia y compromiso de los actores del tejido social en los territorios rurales”

Para ello, la institucionalidad, si la vemos como ecosistema con características similares a la que se dan en organismos vivos, requiere contar con principios y catalizadores de las interacciones entre los actores que conlleven a la generación de políticas públicas basadas en evidencia, la planificación estratégica por escenarios, y generando estrategias coinnovadoras que sean adaptativas y se constituyan como cimientos para la construcción de una institucionalidad del sector agropecuario con más presencia y compromiso de los actores del tejido social en los territorios rurales.

Si queremos aprovechar la innovación tecnológica como elemento disruptor que catalice las interacciones de los actores de la nueva institucionalidad como coadyuvante para resolver los retos y aprovechar las oportunidades que se plantean (o incrementan) a partir del COVID-19 en las cadenas de valor de la agricultura, es indispensable que ALC continúe fortaleciendo los sistemas nacionales de innovación desde una nueva óptica y además fomente de manera complementaria el desarrollo de ecosistemas de innovación utilizando nuevas metodologías de gestión de innovación con ciclos iterativos de aprendizaje validados, que actúen como dinamizadores de estos ecosistemas por medio de la generación de redes de innovadores que agilicen la adaptación y generación de nuevas tecnologías.

La necesidad de repensar la nueva institucionalidad a partir de esquemas de cogestión, considerando las interrelaciones entre lo urbano y lo rural, la importancia emergente que tienen las ciudades intermedias como amortiguadores de la migración y desencadenantes de oportunidades para la dinamización económica desde el sector agropecuario, hace que consideremos nuevos arreglos sociales, económicos y políticos valorando los procesos de descentralización y regionalización  acorde a las realidades de cada territorio.

Nueva institucionalidad: Co innovaciones y tecnologías disruptivas como catalizadores

Sin duda, la virtualidad vino para quedarse y acelerar ese cambio de siglo donde veíamos estas innovaciones tecnológicas como etéreas o lejanas. A continuación, comparto algunas ideas de innovaciones que se pueden aprovechar en la construcción de esa nueva institucionalidad del sector agropecuario.

  • “Crowdsourcing” es una alternativa para la formulación de políticas públicas: Jeff Howe en 2006 se refiere al crowdsourcing como “Una actividad participativa online en la que personas, instituciones, organizaciones sin ánimo de lucro o empresas proponen a un grupo de individuos de conocimiento, heterogeneidad y número variable, la realización voluntaria de una tarea a través de una convocatorio abierta flexible. La realización de esta tarea, de complejidad y modularidad variable, y en la que la multitud debe participar aportando su trabajo, dinero, conocimiento o experiencia, siempre implica un beneficio mutuo. Según estudios realizados a partir de experiencias exitosas en Malasia y Finlandia, Rey (2015) identifica cinco principios claves para que el crowdsourcing rinda buenos resultados, a saber: i) inclusión, ii) transparencia, iii) rendición de cuentas, diálogo fluido y no ser un simple repositorio de ideas, iv) modularidad y estructura y, finalmente v) síntesis y diseminación de resultados. 
  • “Crowdfunding” es una alternativa para la nueva cogestión financiera del sector agropecuario: También conocido como la financiación colectiva o el micro mecenazgo, los primeros esfuerzos reportados de crowdfunding datan del año 2009, que según el observatorio Trendwatching (2014), fue considerada como la primera tendencia mundial para 2013. Este tipo de práctica viene a redefinir la forma en que se concibe el capital, pues con ella ninguna cifra es pequeña. En palabras de Mata (2014) se trata de un proceso de democratización financiera.
  • Las alianzas de aprendizaje es una alternativa a la gestión de conocimiento tradicional aplicada al desarrollo en territorios rurales: Según Lundy (2005), una alianza de aprendizaje puede concebirse como espacios colaborativos y experimentales que generan un proceso compartido entre los actores que participan por el cual se facilita el intercambio de información, métodos, estrategias, políticas entre los actores que participan en la alianza con el objetivo de mejorar las capacidades de todos a partir del saber colectivo. Esta modalidad de gobernanza ha venido a revolucionar la forma en que se generan intercambios entre diversos actores. Un ejemplo de ello son las nuevas formas en que se cogestiona la cooperación técnica o el extensionismo entre instancias gubernamentales y territorios rurales. 
  • Los “Mindlabs” son laboratorios de innovación pública, como una alternativa complementaria a los sistemas de innovación local:  Uno de los giros más relevantes característicos de la gobernanza colaborativa es el énfasis en la coinnovación. Conscientes de que los desafíos son de envergaduras sin precedentes, cada vez más los gobiernos apuestan por instaurar, como parte de la estructura pública, la figura de los mindlabs, laboratorios de gobierno o laboratorios de innovación pública. Según el Blog Schumpeter (2014) de la Revista The Economist, la popularidad de estos laboratorios es sin precedentes y la tendencia a instaurarlos ha sido una práctica proliferada en diversos países del mundo que reconocen la importancia de dar un salto a la toma de decisión basada en evidencia, creativa e innovadora. Frente a ello, en dicho Blog se resalta que la cocreación con frecuencia va de la mano con la innovación abierta y la economía del compartir.
Santiago Velez
Santiago Vélez León es Representante del IICA en Bolivia. PhD en Planificación Estratégica y Liderazgo, Máster en Gerencia Agroempresarial, e Ingeniero Agropecuario.

 

* Un agradecimiento especial a Hugo Chavarría Mauricio Bustillo y al equipo de la Representación del IICA en Bolivia por sus comentarios y sugerencias a este artículo.

Nota: Las opiniones expresadas en este blog son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la opinión del IICA.

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Blog comments

Lucía Toledo
Thu, 08/06/2020 - 16:06

Excelente propuesta. Muy enriquecedor reflexionar sobre el análisis presentado.

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