El Blog de Hernando, los intercambios generados, más el Blog de Carlos Pomareda y otros, me animan también a opinar (y en extenso, disculpas anticipadas). Confieso que me inundan temores de que crisis como esta nos lleve a retroceder en los aprendizajes que la humanidad ha tenido hasta ahora, sin negar que es necesario un replanteamiento del modelo, que debe hacerse con el respaldo de la mayor evidencia posible. Me refiero a que la pandemia provoque cuestionar lo bueno de la globalización, el rol de los mercados y conceptos como competitividad o ventajas comparativas. Ya se ve como hay gobiernos imponiendo restricciones a las exportaciones o fijación de precios, que sabemos por lecciones del pasado, entre ellas la gran crisis financiera, traería peores consecuencias, elevando los precios y generando escasez cuando no la hay. Vale la pena recordar, por ejemplo, que la subida de los precios del arroz durante la mencionada crisis fue provocada más por las políticas que por la crisis misma (el Blog de Ana García y Anabel González ilustran bien este tema).
Restarles importancia a conceptos de competitividad o de ventajas comparativas porque hay que darle espacio a otros como autosuficiencia, soberanía, etc., o porque hay que realzar otros como equidad social, sería altamente contraproducente y por lo tanto no ayudarían en nada a lograr eficiencia o efectividad como se propone arriba. La población mundial aumenta a niveles imposibles de sostener si no procuramos utilizar los recursos del planeta de la manera más productiva, competitiva, eficiente, inteligente y responsable. Un enfoque de sistemas haría posible balancear esos objetivos.
Quiero decir que no tenemos que retroceder o dejar de hacer aquello que funciona. Sí estoy totalmente de acuerdo en la necesidad de replantearse muchas cosas si queremos aprender de crisis como esta. Una que a la sociedad como un todo le ha resultado difícil aprender y balancear es cómo alcanzar simultáneamente varios objetivos. Y no hemos aprendido porque suele suceder que objetivos como competitividad, productividad, rentabilidad, sostenibilidad ambiental, seguridad alimentaria y nutricional, resiliencia y equidad social, en ocasiones entran en conflicto o hay “trade offs” entre ellos. Sin embargo, estoy convencido que podemos encontrar el espacio donde todas esas variables confluyen para maximizar el bienestar humano, pero claramente estamos lejos de ello.
Sin duda, detrás del fracaso en lograr dichos objetivos múltiples están grandes distorsiones o males que hay que corregir: concentración de mercados y capitales, distribución inequitativa de los beneficios de la producción y el comercio, sobre explotación y degradación de los recursos naturales, inequidad en el acceso a los medios de vida, y muchos etc’s como dice Hernando.
En conclusión, muy de acuerdo en que en el foco debe estar en las personas y sus familias, y en lograr con eficiencia y eficacia objetivos múltiples que se podrían resumir como sostenibilidad social, sostenibilidad ambiental y crecimiento económico. Además, esta crisis nos enseña que todo el sistema debe estar apoyado en principios sólidos de solidaridad, diversificación, equidad, reglas claras, colaboración, justicia, respeto a la diversidad, etc. ¿Por qué es tan difícil logarlo? Porque las personas son consumidores, productores, políticos, inversionistas, madres, hijos, niños, niñas, jóvenes, militares, hombres, mujeres, dictadores, comerciantes, sicólogos, enfermos, doctores, etc., etc., etc., con intereses y condiciones económicas y sociales muy diversas.
Finalmente, esta crisis pone en evidencia la urgencia de un sistema de gobernanza para la sociedad como un todo que, por un lado, ayude a la coordinación de esfuerzos y gestión de recursos físicos y humanos, para el logro de los objetivos y metas propuestas, sin dejar a nadie atrás, que es el principio básico de la agenda 2030 y, por otro lado, tengamos un sistema integral de gestión de riesgos, que pueda anticipar amenazas y reducir la exposición y vulnerabilidad de la población a riesgos de desastre como el que vivimos ahora, más otros que nos hemos negado a aceptar (Camilo Navarro escribe un Blog muy interesante sobre esto).
Reflexiones a partir de lo expuesto por Hernando y comentarios
El Blog de Hernando, los intercambios generados, más el Blog de Carlos Pomareda y otros, me animan también a opinar (y en extenso, disculpas anticipadas). Confieso que me inundan temores de que crisis como esta nos lleve a retroceder en los aprendizajes que la humanidad ha tenido hasta ahora, sin negar que es necesario un replanteamiento del modelo, que debe hacerse con el respaldo de la mayor evidencia posible. Me refiero a que la pandemia provoque cuestionar lo bueno de la globalización, el rol de los mercados y conceptos como competitividad o ventajas comparativas. Ya se ve como hay gobiernos imponiendo restricciones a las exportaciones o fijación de precios, que sabemos por lecciones del pasado, entre ellas la gran crisis financiera, traería peores consecuencias, elevando los precios y generando escasez cuando no la hay. Vale la pena recordar, por ejemplo, que la subida de los precios del arroz durante la mencionada crisis fue provocada más por las políticas que por la crisis misma (el Blog de Ana García y Anabel González ilustran bien este tema).
Restarles importancia a conceptos de competitividad o de ventajas comparativas porque hay que darle espacio a otros como autosuficiencia, soberanía, etc., o porque hay que realzar otros como equidad social, sería altamente contraproducente y por lo tanto no ayudarían en nada a lograr eficiencia o efectividad como se propone arriba. La población mundial aumenta a niveles imposibles de sostener si no procuramos utilizar los recursos del planeta de la manera más productiva, competitiva, eficiente, inteligente y responsable. Un enfoque de sistemas haría posible balancear esos objetivos.
Quiero decir que no tenemos que retroceder o dejar de hacer aquello que funciona. Sí estoy totalmente de acuerdo en la necesidad de replantearse muchas cosas si queremos aprender de crisis como esta. Una que a la sociedad como un todo le ha resultado difícil aprender y balancear es cómo alcanzar simultáneamente varios objetivos. Y no hemos aprendido porque suele suceder que objetivos como competitividad, productividad, rentabilidad, sostenibilidad ambiental, seguridad alimentaria y nutricional, resiliencia y equidad social, en ocasiones entran en conflicto o hay “trade offs” entre ellos. Sin embargo, estoy convencido que podemos encontrar el espacio donde todas esas variables confluyen para maximizar el bienestar humano, pero claramente estamos lejos de ello.
Sin duda, detrás del fracaso en lograr dichos objetivos múltiples están grandes distorsiones o males que hay que corregir: concentración de mercados y capitales, distribución inequitativa de los beneficios de la producción y el comercio, sobre explotación y degradación de los recursos naturales, inequidad en el acceso a los medios de vida, y muchos etc’s como dice Hernando.
En conclusión, muy de acuerdo en que en el foco debe estar en las personas y sus familias, y en lograr con eficiencia y eficacia objetivos múltiples que se podrían resumir como sostenibilidad social, sostenibilidad ambiental y crecimiento económico. Además, esta crisis nos enseña que todo el sistema debe estar apoyado en principios sólidos de solidaridad, diversificación, equidad, reglas claras, colaboración, justicia, respeto a la diversidad, etc. ¿Por qué es tan difícil logarlo? Porque las personas son consumidores, productores, políticos, inversionistas, madres, hijos, niños, niñas, jóvenes, militares, hombres, mujeres, dictadores, comerciantes, sicólogos, enfermos, doctores, etc., etc., etc., con intereses y condiciones económicas y sociales muy diversas.
Finalmente, esta crisis pone en evidencia la urgencia de un sistema de gobernanza para la sociedad como un todo que, por un lado, ayude a la coordinación de esfuerzos y gestión de recursos físicos y humanos, para el logro de los objetivos y metas propuestas, sin dejar a nadie atrás, que es el principio básico de la agenda 2030 y, por otro lado, tengamos un sistema integral de gestión de riesgos, que pueda anticipar amenazas y reducir la exposición y vulnerabilidad de la población a riesgos de desastre como el que vivimos ahora, más otros que nos hemos negado a aceptar (Camilo Navarro escribe un Blog muy interesante sobre esto).